Por Raymel Moleiro a partir del artículo original de Elvia Pérez, directora de ContArte en la Habana Cuba y de Teatro del Relato, a propósito del 1er festival internacional ContArte Nashville 2025.
La narración oral, lejos de ser una práctica estática o limitada a una única definición, es un arte en constante evolución. A partir del artículo “Teatro, narración oral / Teatro del relato” escrito por Elvia Pérez, directora del Festival ContArte, comparto a continuación una síntesis reflexiva sobre algunas ideas clave que nos invitan a ampliar nuestra mirada como narradores contemporáneos.
Durante años, el estudio de la narración oral ha estado anclado en estructuras tradicionales, muchas veces separadas de lo escénico o de lo teatral. Sin embargo, Elvia nos propone revisar nuevas visiones, como la del investigador Jorge Dubatti, quien plantea que la narración oral forma parte de lo que él llama Teatro del Relato, una dimensión teatral que no se limita al teatro aristotélico ni a la representación convencional.
Dubatti define el “Teatro del Relato” como una práctica escénica donde la narración es el eje, y la teatralidad se construye a través de elementos como la voz, el cuerpo, la entonación, la luz, el vestuario y la música, siempre al servicio del relato. Lo narrado cobra vida en escena sin necesidad de estructuras complejas, sino a través del encuentro entre quien cuenta y quien escucha.
Elvia también señala antecedentes históricos que respaldan esta perspectiva, como las ideas del teatrista ruso Nicolai Evreinov o las observaciones del reconocido director británico Peter Brook, quien encontró en la figura del cuentacuentos la expresión más pura del teatro.
En esta línea, se reconoce también el desarrollo del Teatro Narrazione en Italia desde los años 80, donde el actor/narrador combina técnicas modernas con la oralidad tradicional, generando un vínculo emocional auténtico con el público.
El mensaje central es claro: la narración oral puede y debe ser explorada desde nuevas dimensiones. No como una ruptura con el pasado, sino como una expansión de posibilidades escénicas y expresivas, entendiendo que la teatralidad no es propiedad exclusiva del teatro clásico, sino una forma viva que atraviesa el cuerpo, la palabra y la imaginación.
Esta reflexión no pretende cerrar debates, sino abrir caminos. Como artistas de la palabra, es nuestra responsabilidad mantenernos curiosos, en movimiento, y con la mente abierta a lo que las nuevas miradas y estudios nos ofrecen.
Raymel Moleiro