Nashville Pride enfrenta crisis financiera tras la retirada de patrocinadores corporativos, lo que ha puesto en riesgo la continuidad de uno de los eventos culturales y comunitarios más relevantes para la población LGBTQ+ en Tennessee. La organización afronta un déficit estimado en 270,000 dólares, equivalente a casi el 40 % del presupuesto del año anterior. Este escenario no solo compromete la realización de futuros eventos, sino que también plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de proyectos culturales que dependen en gran medida de fondos externos.
Durante años, Nashville Pride ha sido mucho más que un festival: ha representado un espacio de encuentro, visibilidad y resistencia para miles de personas, además de un escenario artístico y social de gran importancia en la ciudad. Sin embargo, este año la fragilidad del modelo de financiamiento quedó al descubierto. Entre los patrocinadores que se retiraron figura Nissan, empresa que había jugado un papel destacado en ediciones anteriores, así como el Vanderbilt University Medical Center, que solía proveer servicios médicos durante el festival. A estas decisiones se sumó un factor climático que agravó aún más la situación: una fuerte jornada de lluvias redujo la asistencia en más de 15,000 personas en comparación con 2024, generando una caída considerable en los ingresos por entradas y consumo dentro del evento. La combinación de estos factores dejó un vacío económico difícil de cubrir en poco tiempo.
De acuerdo con Axios Nashville, la organización calcula que debe recaudar 250,000 dólares antes del 11 de octubre, fecha en que se celebra el “National Coming Out Day”, para poder asegurar no solo la continuidad del festival, sino también las actividades comunitarias que desarrolla durante todo el año. Como respuesta inmediata, se ha lanzado la campaña de emergencia #SaveNashvillePride, que busca movilizar a la ciudadanía, a pequeños negocios y a la comunidad artística para sustituir el financiamiento que antes provenía de las corporaciones. El consejo directivo ha descrito la situación como una “crisis sin precedentes”, admitiendo que por primera vez en décadas el futuro del evento corre verdadero peligro.
Más allá de lo estrictamente financiero, el caso de Nashville Pride también se enmarca en un contexto social y político complejo. Tennessee ha sido escenario en los últimos años de debates intensos en torno a los derechos de la comunidad LGBTQ+, y la pérdida de apoyo corporativo puede interpretarse no solo como un recorte económico, sino también como un golpe simbólico al respaldo visible que estos festivales representaban. La presidenta de Nashville Pride lo expresó con claridad en declaraciones recogidas por WSMV News: “Pride no es solo una celebración, es supervivencia”.
La reflexión que deja esta crisis apunta a la necesidad de buscar modelos más sostenibles de financiamiento que reduzcan la dependencia de grandes corporaciones. Para muchos, Nashville Pride es una muestra de cómo la cultura y la diversidad pueden transformar comunidades enteras, pero también es un recordatorio de que la permanencia de estos espacios depende del compromiso colectivo. La campaña en curso se ha convertido en una carrera contra el tiempo, cuyo resultado marcará no solo el destino inmediato del festival, sino también la discusión más amplia sobre la manera en que se sostienen los proyectos culturales y sociales en la actualidad.
Por Raymel Moleiro / Moleiro Productions / 08/20/2025